Actualmente vivimos un proceso de adaptación constante a causa de la pandemia, en el que muchas emociones están involucradas: “positivas y negativas”, y cada individuo asimila la situación con las posibilidades que tiene a la mano.
Debido a esto, podemos definir como “persona positiva” a alguien que busca ver el lado benéfico en la mayoría de las situaciones por más complicadas que sean. Generalmente se trata de una persona que se muestra sonriente, bromista, que intenta constantemente sentirse bien y busca su bienestar.
Parece muy atractivo cuando lo leemos así, pero qué pasa cuando este estado emocional se vuelve una exigencia o una demanda exagerada para no tener que sentir, lidiar o enfrentar las emociones “negativas” como miedo, enojo, tristeza, ansiedad o incertidumbre. Cuando la persona que se considera positiva se exige a sí misma y a los demás evitar estas emociones desfavorables a pesar de que también forman parte de la vida cotidiana del ser humano, en este caso en dónde quedaría la persona, como podría tener esta tranquilidad con ella misma si “todo el tiempo” tiene que demostrar, aparentar o forzarse a “sentirse siempre positivo, ver todo desde un lado positivo”.
La positividad tóxica nos exige “siempre tener que estar bien y que los demás también lo están”, nos orilla a pensar que todo se soluciona sólo con pensar positivo, con ser agradecidos y con realizar algún ejercicio de respiración. Claro que estas técnicas funcionan y nos ayudan a relajarnos, pero las técnicas necesitan también que les sumemos esfuerzo, aceptación de la realidad y trabajar en nosotros mismos, cuando hablamos de emociones el objetivo no es evitarlas, sino identificarlas, sentirlas y trabajarlas.
Estamos en un momento clave para redireccionar nuestra energía y canalizar hacia un trabajo más consciente en nuestro propio beneficio.
Estas exigencias constantes sean sociales o propias de tener un pensamiento positivo, pueden llevar a intensificar y perpetuar las emociones negativas que tanto se quieren evitar y generan un efecto contraproducente al hacernos sentir que no somos capaces de superarlas y nos hacen dudar de nosotros mismos porque: ¿cómo es posible que no me pueda sentir bien?
Cuando la gente te exige que debes mantener una actitud positiva, no permiten que valides otras emociones. Esto no quiere decir que vivamos en una posición de víctima o de dolor constante, pero sí que identifiquemos ese sentimiento negativo para aprender y entender por qué nos sentimos así. Si en un determinado momento estamos viviendo un proceso complicado, vale la pena sentir y trabajar en estas emociones que parecen paralizarnos.
La positividad tóxica también te puede llevar a no estar en contacto con lo que realmente está pasando y que tú tienes el poder de resolverlo todo, lo cual te deja en una posición complicada porque muchas cosas no dependen solamente de ti.
Te menciono algunas actitudes que pueden caer en la positividad tóxica:
Niega o minimiza sus sentimientos o los de los demás
Utiliza constantemente frases como “todo está bien”, "no pasa nada”, “si piensas positivo te va a ir positivo”
Generalmente pretende que TODO en su realidad está bien, no habla de sus problemas con nadie
Juzgar a las personas que están pasando momentos de tristeza, cansancio o frustración diciendo que es siempre su decisión estar así
Atención, no estamos diciendo que ver el lado positivo de las situaciones y que usar herramientas para generar mayor bienestar o estabilidad estén mal, pero no debes tener miedo de reconocer y enfrentar otras emociones socialmente etiquetadas como negativas, ya que todas son necesarias para ayudarnos a procesar lo que estamos viviendo.
Sigamos en este camino de vivir y aprender de la vida sin omitir emociones, dándonos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos y a los demás, con la posibilidad de sentirnos mejor y sin tantas exigencias.
Escrito por: Alejandra Badillo
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