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  • Foto del escritorDoctor Sonrisas

La discapacidad está en la mente

Hace poco leí un artículo que describía muy bien el proceso que vivimos los padres de un niño con cáncer. Al tiempo que iba leyendo, recordaba paso a paso, y como si fuera ayer, todos y cada uno de los momentos que vivimos. Mencionaba que era similar a subir una escalera que no se le veía fin y que no había elevadores para subir rápido, todo tenía que ser escalón por escalón.

La primera frase que hace que el cuerpo se congele es: “Su hijo tiene cáncer”. Ahí es cuando se empieza a preguntar por todos lados “¿Por qué a él?” y sin obtener una respuesta se comienza con el tratamiento. Empiezas a ver cómo poco a poco su cabello cae (como cuando hace algunos minutos su vida cambió).

Y al paso de los meses, que el tratamiento sigue y el cual se ha venido cumpliendo al pie de la letra, te dan otra terrible noticia: “Tenemos que amputarle la pierna a Nachito, puesto que el tumor estaba demasiado grande e infectó varios músculos”. Pensé mucho en cómo darle la noticia a mi hijo. Sin pensar caminé y me senté junto a su cama en el hospital, al mismo tiempo que me preguntó qué pasaba. Con mucha calma, le planteé la situación y valientemente se limpió las únicas dos lágrimas que de sus ojos salieron y me dijo: “si con eso se me va a quitar el cáncer, que me amputen la pierna”. A partir de ese día supe que Nachito estaba destinado para sobresalir.

Empezamos el primer año de tratamiento un poco difícil porque Nachito era sumamente temeroso de las inyecciones, pero al paso del tiempo fue tomando más valentía. Pasábamos los días de internamiento platicando o viendo películas (además de comer mucho) y llegó el momento de entrar a vigilancia (el 20 de enero de 2017).

En el vaivén de los días, y por sugerencia de una doctora, llevé a mi hijo al Centro Paralímpico Mexicano para ver si podía practicar un deporte. Cuál fue mi sorpresa que decidió inclinarse por el PARACICLISMO. Jamás pensé ver nuevamente a mi hijo montado en una bicicleta y les confieso que el primer día yo estaba más nerviosa que él. Todo iba muy bien, pues en el mes de octubre asistimos a su primera paralimpiada juvenil en Colima y ganó 2 medallas de bronce.

Pero un gamagrama realizado en el mes de septiembre reveló otro tumor, pero ahora en el área del pulmón. Al final de ese mes Nachito fue ingresado a cirugía para retirarlo y revelar la terrible noticia de que era cancerígeno. Cuando la oncóloga le dio el resultado a Nachito, él se enojó mucho puesto que decía que ya estaba comenzando a hacer su vida como para que otra vez empezara de nuevo.

Inició quimioterapias nuevamente el 4 de octubre de 2017, pero esta vez no fue tan fácil. Después de tantas y tantas veces que tuvo que ingresar al hospital por diferentes causas, los desvelos en casa, checando temperatura o cualquier malestar que tuviera, finalmente las quimios terminaron nuevamente el 23 de marzo de 2018.

Nachito volvió a los entrenamientos de paraciclismo y asistió otra vez a Colima a competir (trayéndose 2 medallas ahora de plata, pero esta vez sin que yo lo acompañara), jamás abandonó la escuela; terminó la secundaria y entró a la vocacional. Nunca ha sentido pena por él o por su discapacidad, muy por el contrario nos ha enseñado que está orgulloso de ser quien es, siempre con la sonrisa y a veces seriedad que le caracteriza. Él ha sido quien en los momentos más difíciles nos ha levantado.

Hemos pasado por muchos desvelos, angustias y tristezas, como familia hemos llorado y reído juntos. Celebramos todos sus triunfos y nos levantamos en sus fracasos, porque nos ha demostrado que el límite lo pone cada persona, que la discapacidad está en la mente y que querer es poder, que el apoyo de la familia, pero sobretodo de la madre es fundamental para formarlo como persona de buenos valores, que la lucha de ellos es la nuestra y que jamás nos daremos por vencidos.

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