Ser enfermera en paliativos: lo que no se ve, pero lo cambia todo
- Diego Barenas
- 12 may
- 2 Min. de lectura
Es imposible no mirar hacia esas historias que, lejos del reflector, sostienen la vida de quienes atraviesan momentos complejos. Una de ellas es la de Daniela, enfermera del Hospital Siglo XXI, quien acompaña con ternura y fortaleza a niños con enfermedades crónicas en cuidados paliativos.

La conocimos gracias a su labor constante y silenciosa, esa que rara vez se ve pero que deja una huella profunda. En entrevista con Fundación Dr. Sonrisas, Daniela compartió lo que la mueve cada día:“Mi mayor motivo es ayudar a los demás, y a mi mamá le gustaba tanto la idea que ella me impulsó… Ella también es enfermera.”
Sus palabras nacen de la experiencia vivida y del amor por una vocación que no siempre es fácil. Su camino, como el de muchos profesionales del cuidado, estuvo lleno de dudas al inicio:“Al principio no quería estar aquí. Es complicado verlos sufrir, pero fui tomando cariño y me fui acostumbrando.”
Pero acostumbrarse, en su caso, no significa volverse insensible. Al contrario: implica aprender a encontrar sentido en los pequeños momentos, valorar la sonrisa de un niño, la mirada de una familia, el silencio que abraza. Daniela ha descubierto que entre el tratamiento médico y el cuidado humano, también hay espacio para sanar.
“El ambiente es muy difícil. Aquí se vive mucho sufrimiento, tanto del paciente como de la familia”, nos dice con la honestidad de quien ha aprendido a convivir con el dolor, sin dejar que este le robe la esperanza.
Aun en medio de tanto, Daniela encuentra razones para seguir adelante.“Hay muchos momentos especiales. A veces los niños nos regalan una carta, un dibujo, una sonrisa… y te dan las gracias. Son muy, muy lindos.”
Su labor, como la de tantas y tantos enfermeros, va más allá de lo clínico. Es mirar con atención, escuchar con empatía, consolar sin palabras y, cuando se puede, jugar.
“En ocasiones estamos ocupadas, pero platicar con ellos, jugar cinco minutitos… les ayuda bastante. No podemos olvidar que son niños.”
En este 12 de mayo, el testimonio de Daniela nos recuerda que ser enfermera en cuidados paliativos no es solo aplicar tratamientos. Es estar presente. Es compartir tiempo. Es regalar consuelo. Su trabajo representa el rostro más humano de la medicina: ese que, aunque no siempre cura, nunca deja de acompañar.
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