Mi experiencia en Dr sonrisas comenzó en enero de 2014 de una manera inesperada. Nunca había oído hablar de la fundación, pero me encontraba de vacaciones en Chilpancingo, Guerrero; cuando el amigo de mi hermana, Jorge (director de la filial de Guerrero), le pidió apoyo para la celebración del Día de Reyes. Mi hermana le apoyó con unos juguetes y me invitó a que fuera a participar en esa actividad.
Siempre me han gustado los niños, y me animé a ir sin imaginar que ese día iba a cambiar mi vida por completo.
Al llegar al evento, no sabía con qué me encontraría. En la plática nos dieron una introducción de lo que pasaría y nos dieron recomendaciones, pero al vivirlo fue totalmente diferente. Me encontré con una niña increíble que al principio no quería hablar, pero se fue soltando conforme iba pasando el día y terminamos embarrados de comida. Desde ese día me di cuenta que era algo que quería hacer el resto de mi vida, sin importar la edad que llegara a tener.
Viviendo en la Ciudad de México tuve la oportunidad de ir a mi primera visita con esta filial, fue un tren de los sueños en Recórcholis en Gran Sur. Recuerdo que después de correr y jugar con los dos niños con los que estuve, nos llevaron a la pista de hielo. Por un momento, me dio miedo (porque no sabía patinar) y los niños tampoco. No quería arruinar ese momento tan divertido y pensé en no entrar a la pista, pero al ser pocos voluntarios, uno de ellos me animó a entrar y me dijo que estaría al pendiente de nosotros. Nunca olvidaré las veces que me caí por cuidar que no se cayeran y lo felices que estábamos los niños y aunque me la pasé en el piso casi todo el tiempo.
Ser voluntario de Dr. Sonrisas, a lo largo de estos 6 años, me ha enseñado a valorar la vida cada instante y a disfrutar cada momento sin importar si haces el ridículo, si se ve muy infantil o si ya no tienes edad para rodar por el pasto, esos estereotipos quedaron eliminados y he aprendido a vivir como si no fuera a repetir cada situación. He aprendido a valorar a cada una de las personas que me he encontrado en mi vida. Cada niño me ha dejado un aprendizaje diferente y una manera de disfrutar sin igual. Para mí, ellos son los superhéroes que vienen a salvar al mundo y terminan dando más de lo que uno está dando.
Gracias a Dr. Sonrisas he tenido millones de experiencias con muchos niños, me llevaría hojas en escribir el nombre de todos los niños que llegaron a cambiarme la vida pero quisiera mencionar a la primera que me robó el corazón y que después de 6 años de verla crecer, me llena de sentimiento el ver como pasan los años, y a pesar que dejé de ir a San Vicente por el trabajo, te recuerdan sin importar el tiempo que pase, Mayte fue una de las primeras niñas con las que tuve una conexión muy padre en una visita. Al principio no me hablaba y me costó convivir con ella, pero antes de irme me abrazó y me pidió que no me fuera, desde ese día quise volver cada miércoles para verla y la alegría era más grande cada día. Me siento muy feliz de ir a cada visita y encontrarme a niños con los que he convivido, cada uno de ellos ha aportado algo especial en mi corazón y nunca los olvidaré.
Ser voluntario en Dr. Sonrisas no solo me ha dado crecimiento personal, experiencias y amor a la vida, sino que me ha brindado la oportunidad de conocer a héroes reales que me han demostrado que los sueños se vuelven realidad, me ha brindado la oportunidad de convivir con personas muy profesionales entregadas a su pasión, pero principalmente me ha brindado una familia, personas increíbles que más allá de tener la misma pasión por ayudar, nos ha unido una conexión más allá de una amistad.