La experiencia del sueño en la playa para mí empezó el 10 de septiembre del 2018, cuando llegó el mensaje que, sin saberlo, cambiaría mi manera de ver la vida. Este viaje uniría a 4 niños de diferentes edades, gustos e intereses, pero con una meta en común: conocer el mar.
Desde el primer momento en que conocí a los niños, me di cuenta de que no pude haber elegido a mejores consejeros, cómplices, confidentes y compañeros de aventuras, cada uno aportaba algo diferente a la amistad que desarrollaron a lo largo de los días.
Cada actividad planeada que tuvimos pareció haber sido diseñada para los gustos de cada niño, ver cómo disfrutaban hasta el más mínimo detalle fue demasiado gratificante, no hay mejor recompensa para mí que ver a los niños felices.
Todas las primeras veces que tuvieron los niños, independientemente de si los demás las habíamos realizado antes, se sintieron como la primera vez. También, nos contagiaban de su energía y emoción que irradiaban.
Probablemente se lea como que todo es muy bueno para ser cierto, pero sí lo es. Mi experiencia fue increíble: los papás, los niños, mi compañera voluntaria, todos fueron un encanto.
Nos concentramos en influir de una buena manera en la vida de los otros porque éramos conscientes de que el tiempo se pasaría volando y cuando menos nos diéramos cuenta ya estaríamos de regreso.
Del martes al viernes fuimos un equipo, compartimos lágrimas, risas, juegos, cantos y muchos momentos felices.
Al principio dije que la oportunidad de ser parte de esto había cambiado mi manera de ver la vida, todo esto se lo debo directamente a Dr. Sonrisas y a los 4 niños que me dejaron ser parte de algo tan importante para ellos, los aprendizajes que me dieron me impactaron de sobremanera y me gustaría compartir algunos.
Siempre hay que verle el lado positivo a la vida, sin importar los raspones, las peleas, un diente flojo y la nostalgia a su familia. Los niños nunca dejaron pasar una oportunidad para disfrutar de la playita y de todo lo que se les daba.
Si crees en ti mismo nada ni nadie podrá detenerte, de todos admiré eso, en todo lo que hacían y decían eran muy determinados, se tenían una confianza muy bonita y se las pegaban a todos los que los rodeábamos.
Los sueños sí se cumplen, ellos son la mejor prueba de eso y yo fui la más afortunada de ser parte del suyo.
Para terminar, sólo recalcar que la felicidad sí es la mejor medicina, para creerlo lo único que se debe hacer es ver la sonrisa de estos niños.