Hoy, 19 de septiembre, a 1 año del sismo que azotó nuevamente al territorio mexicano, en la que hubo pérdidas materiales, económicas y humanas. Aún sufrimos sus efectos y aún hay personas que no han podido recuperarse, no solamente económicamente si no también psicológicamente.
Hoy en día podemos ver personas que ante un sismo o incluso con solo escuchar la alarma sísmica reaccionan de forma muy tranquila y ecuánime o todo lo contrario, con mucho miedo, nerviosismo e incluso llanto ¿de qué depende?
Para contestar a esta pregunta quiero platicarles el caso de Eduardo Zárate el año pasado. Para quienes no lo conocen, Eduardo es un joven Michoacano que por una lesión en la medula espinal se encuentra en una silla de ruedas. El año pasado escuchó que un amigo suyo estaba atrapado en un edificio que colapso durante el sismo por lo que vino a la CDMX a apoyar en las labores de rescate y remoción de escombros.
Quiero hacer énfasis en lo “anormal” de su reacción, ya que estamos hablando de una persona que tiene mayor desventaja para cargar objetos pesados (que incluso se lesionó una mano por estar ayudando) y a eso hay que sumarle que los lugares de desastre no eran de fácil acceso para alguien con silla de ruedas (ni siquiera nuestra ciudad está adaptada para personas como Eduardo). ¿Quién en su sano juicio vendría a apoyar con todas las dificultades que representan estar en una silla de ruedas? Solo un loco; y me da gusto que haya personas que padezcan ese tipo de locura.
Eduardo como otros mexicanos tu miedo e intranquilidad, no obstante, lo que marcó la diferencia con él, es que no se dejó vencer por estas sensaciones y las utilizó como plataforma para impulsarse. A este proceso de usar las desventajas a tu favor le llamamos resiliencia en psicología. Por lo que lo normal es sentir miedo, a veces tener ganas de llorar, tener pesadillas, sentir malestar, etc. más bien LO ANORMAL ES NO SENTIRLO. De ti depende si son situaciones que te perjudican o te sirven para salir adelante, de eso se trata ser fuerte y resiliente. Doy gracias a personas como Eduardo quienes inspiran a otros a ser resilientes pese a la adversidad, no hace mucho visito a una niña que padece una enfermedad autoinmune que también está en silla de ruedas, lo cual le dio muchos ánimos para seguir adelante pese a su enfermedad.
En conclusión, hoy conmemoramos la fortaleza de un pueblo que se engrandece pese a la adversidad y si hay que padecer de locura para salir adelante, es más que bienvenida y que el mundo me llame loco, pero eso es lo que me hace feliz.
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