Si de algo pueden estar completamente seguros es que quien les relata esta historia es una
persona que aprendió a ser plenamente feliz gracias a que un día decidió compartir sonrisas, esperanza y alegría a los demás, que descubrió que el estado más puro de la felicidad se encuentra expresado en la sonrisa de un niño.
En mi primera visita al hospital, después de haber asistido a la capacitación de Dr. Sonrisas León, tras tres años de mi primer contacto con la asociación, es decir, tres años anhelando ingresar a Dr. Sonrisas, finalmente, se me presentaba la oportunidad de vivir esta maravillosa experiencia a partir de la cual cambiaría para siempre mi percepción de la vida.
De tal modo que ahí me encontraba yo, en el punto de reunión esperando a mis nuevos compañeros, que poco a poco han ido formando una parte fundamental de mi vida, no obstante, ese día eran simplemente extraños, que sin embargo compartían conmigo el mismo afán de impactar vidas. Aún sin saber cómo lo iba a lograr, estaba seguro que quería que mi deseo ferviente por disfrutar la vida trascendiera hacia las vidas de los pequeños grandes guerreros que estaba por conocer.
Entonces llegó el momento de mayor incertidumbre, aquel en el que por un segundo me quedé inmóvil en medio de un pasillo que se abría hacia un sinfín de emociones, historias y experiencias que alimentarían mi alma a partir de ese icónico día. Una vez que volví en mí y di mi primer paso hacia una gran sala con seis camas en la que se encontraba un pequeño niño de aproximadamente cuatro años hacia quien encaminé mis primeros pasos para descubrir que más allá de todos los prejuicios que me había forjado sobre los niños que padecen enfermedades crónicas, se escondía sólo un niño queriendo jugar y simplemente disfrutar la maravilla que significa ser niño.
En ese momento bastaron un par de plumones y una sonrisa del pequeño Óscar para que poco a poco se fuera derrumbando el muro imaginario que yo mismo había construido con mis temores. A medida que pasaban los minutos esos plumones se fueron convirtiendo en el material perfecto para construir un castillo, después un dinosaurio, para finalmente convertirse en una nave espacial que despegó una y otra vez por aproximadamente una hora y media.
Casi por finalizar una de las mejores experiencias de mi vida, Sandy, mi compañera y mentora, se le ocurrió preguntarle a Oscar si quería pintarme la cara con los plumones con los que habíamos estado jugando, a lo que el pequeño contestó entusiasmado que sí, poco a poco mi rostro se fue transformando en un lienzo para que Oscar disfrutara y mejor aún, plasmara su obra de arte.
Ese día descubrí cómo la sola sonrisa de un niño puede modificar la forma de apreciar la existencia, de visualizar el mundo y sentir cómo la vida misma se cuela y circula por las venas inundando todo mi ser. Pocas cosas se disfrutan tanto como experimentar la sensación de la carcajada de un niño que lleva días, semanas o quizá meses sin reír y tener la certeza de que el único responsable de la alegría que está experimentando eres tú.
Definitivamente el voluntariado nos conecta con la zona más profunda y pura de nuestra esencia, nos invita a ver a la otra persona directamente a los ojos, compartir de la mano un mismo ideal y en ese momento juntos entregamos todo nuestro ser. Por eso confío fielmente que la suma de estas pequeñas acciones es lo que generará la renovación de la sociedad.
Dr. Sonrisas ha sido un parteaguas para mí, se ha convertido en una misión de vida en la que llevar alegría y diversión a los niños en el hospital y con esta felicidad transformar su entorno a través de juegos, canciones y risas no sólo se crea un ambiente agradable, sino logramos transformar mundos e impactar vidas.
Finalmente me gustaría terminar con una serie de pensamientos de Facundo Cabral que me han guiado durante el trayecto que he tenido en el voluntariado con Dr. Sonrisas:
Cuando desbordes felicidad, entonces llegará el amor, que exige tierra fértil ya que su deber es alimentar a la vida. Olvida la periferia y entra en ti mismo, entonces sabrás quién eres, entonces sabrás qué quieres, y sobre todo para qué lo quieres, entonces harás de ti un hombre o una mujer libre y feliz. El bien es Mayoría, por cada bomba que estalla hay millones de caricias que se comparten, el bien se multiplica, el mal se destruye a sí mismo, el tumor te mata, pero muere contigo y no siempre te mata... a veces te despierta.