Cada inicio de año tenemos la ilusión y esperanza de que haya una nueva oportunidad para ser y estar mejor; queremos y confiamos en que el nuevo año nuestros sueños y propósitos si se van a cumplir. Nos sentimos motivados y emocionados después de convivir con la familia, de poder dar y recibir abrazos, afectos y regalos, aunque este 2020 no hubo tantos por la pandemia que nos aqueja. El inicio de año se vive como un proceso de liberación, en el que en teoría podemos soltar las experiencias del año pasado que nos lastimaron o no nos gustaron tanto, y también lo vemos como una nueva oportunidad de que mejoren las cosas y nos vaya bien.
Pero a todos nos ha pasado que volvemos a la rutina cotidiana después de unos días de descanso y nos cuesta trabajo volver al trabajo o a la escuela porque nos sentimos o pareciera que estamos mas cansados. Ahora pensemos en lo que hicimos en estas fechas navideñas, de celebración, de salir adelante ante las adversidades, de intentar ver las cosas buenas y, sobre todo, de reconectarnos con nosotros mismos y aprovechar la experiencia del año que terminó.
¿Parece que esas vueltas a la rutina nos cuestan mucho mas trabajo, verdad?
Ahora, qué representa “él día más triste del año”, resulta que el psicólogo Cliff Arnall identificó el tercer lunes de enero como el día más triste, debido a estos factores: el clima, que tiende a ser más frío; las deudas que acumulamos por el gasto en estas fechas (compras, viajes, renovaciones, ajustes); el tiempo, no sólo el de disfrute sino también el que ya pasó después de las celebraciones, y por último los intentos fallidos de cumplir todos los propósitos y exigencias que nos pusimos al inicio de año.
Aunado a lo anterior, está la motivación y nuestras autoexigencias de hacer del año nuevo una mejor oportunidad para ser y estar mejor. Todo esto parece obligarnos a creer que hay razones suficientes para que exista “el día más triste en el año”.
La realidad es que nuestros días no sólo se definen por el exterior, nosotros contamos con la capacidad de transformar nuestros días no tan buenos en mejores momentos. Los seres humanos somos capaces de mentalizarnos y prepararnos para enfrentar las adversidades.
¿Te ha pasado que te sorprendes de adaptarte, superar o lograr algo que creías imposible?
¿O imagínate llegar al punto en el que se habla de un día muy triste y tú ni siquiera lo habías notado?
Qué tan susceptibles somos a lo que nos dicen los medios y las redes sociales; qué tanto queremos predisponernos a tener un día muy triste cuando puede implicar sólo un ajuste emocional; puede ser solo sentir melancolía de las vivencias tan bonitas que tuviste en estas fechas de diciembre y anhelo por las que vienen.
Enero no representa un mes triste, sino un mes para seguir creciendo, conocernos, acercarnos, perdonar y tener la oportunidad de evaluar cómo nos tratamos a nosotros mismos, a nuestros amigos y familia, y revisar nuestra economía.
Recuerda que la tristeza es una de las emociones básicas, no tengas miedo a sentirte con un poco menos de energía o más melancólica, porque son emociones que nos ayudan a procesar la información, a valorar los momentos de alegría y a seguir aprendiendo de la vida.
Como siempre decimos en la fundación: “La felicidad es la mejor medicina”, y esta se logra creando y provocando nosotros mismos los buenos momentos, dejando que la creatividad aparezca, haciéndonos responsables de nuestra diversión y distracción.
Tenemos muchas cosas que admirar y que disfrutar: la naturaleza, la comida, la convivencia, los juegos, las risas, etc. Sólo recuerda que nosotros tenemos que estar dispuestos a apreciar y sentir las cosas bonitas que tiene la vida.
No dejemos que “el día más triste del año” se haga realidad, porque tenemos la oportunidad de hacer cada día mejor y diferente.
Psic. Alejandra Badillo Rosas
IG: @psicofractal
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