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  • Foto del escritorDoctor Sonrisas

Un Monstruo Llega Sin Pedir Permiso


Cuando eres madre te interesas en todos los temas que puedan ser importantes para garantizar la salud y el buen desarrollo de tus hijos. Investigas sobre alimentación, psicología infantil, enfermedades comunes, vacunas, cuidados preventivos, tratamientos, remedios, etc. Y cuando un día te enteras de que algún pequeño tiene cáncer, no puedes creerlo, te duele el corazón aúnque no sea uno de tus hijos, si tienes la dicha de conocerlo, ese dolor es más grande.

Y… ¡Jamás piensas que eso te puede pasar a ti! ¡Jamás piensas que el cáncer no es prevenible! No reflexionas que son falsas todas esas dietas anticancerígenas, que el cáncer no es hereditario, que el cáncer no es discriminatorio… ¡Que a cualquiera pudiera sucederle sin excepción!

“Jamás piensas que el cáncer puede llegar a uno de tus hijos…eso me pasó a mí.”

Mi nombre es Gaby. Mi esposo Francisco y yo tenemos 3 hijos: Juan Pablo de 11 años, Jesús de 7 y María José de 5. Juntos formamos una bella y alocada familia. El 18 diciembre de 2015 Mary Jo, que en ese entonces tenía 3 años, fue diagnosticada con cáncer en la sangre. Quiero compartir contigo nuestra experiencia.

El cáncer es una enfermedad devastadora en todos los sentidos. Físicamente para el paciente: agota su energía, baja sus defensas, altera su estado de ánimo, modifica el apetito, causa dolor de cabeza, náuseas, dolor en los huesos, en la piel, etcétera. El tratamiento con quimioterapia es agotador, pero es la única oportunidad de sobrevivencia, así que hay que abrazarlo aún con dolor. Emocionalmente es como un monstruo que llega de repente a tu vida, te arrebata todo y te deja en un callejón obscuro, sólo y frío. Al menos eso fue lo que sentí al principio… Sólo al principio.


En el caso de los niños es admirable cómo se adaptan al cáncer: a pesar del dolor y las molestias que tanto la enfermedad como el tratamiento conllevan se acostumbran rápido a su nuevo estilo de vida, ríen, juegan, hacen berrinches, se enferman (de otras cosas) ¡Siguen siendo niños! María José no es la excepción, es una niña feliz, divertida, alegre, apasionada, madura. Va al Colegio, a nadar, practica Jiu Jit Su. Le encanta cantar, bailar, hacer videos. Ama la vida y la disfruta sin importar la enfermedad.

Al principio fue duro para ella, pues siempre se sintió muy bien y no comprendía porque debía estar en una cama de hospital sufriendo múltiples molestias, como los constantes y dolorosos pinchazos. Mi esposo y yo luchábamos por entender y asimilar el diagnóstico, imaginábamos como serían nuestras vidas a partir de ese momento que empezabamos el peregrinaje por este nuevo camino. Sinceramente, nuestra batalla era contra el miedo: a la enfermedad, al pronóstico, a la incertidumbre por responder muchas preguntas ¿Funcionará el tratamiento?… ¿Por cuánto tiempo?. En nuestro corazón había una constante ¿Qué pasará si….? En ese momento nos dimos cuenta que, el monstruo quería tomar el control de nuestras vidas.

Pero este monstruo que llegó sin pedir permiso y tomó a Mary Jo entre sus manos; el monstruo con el que vivimos cada día en realidad no es tan temible. Si lo conoces, lo aceptas y trabajas con él, logras entender que es una nueva oportunidad, que el cáncer no es siempre sinónimo de muerte. Nuestros chiquitos tienen muchas posibilidades de salir avante. El secreto es mantener la fortaleza y la determinación, justo cuando sientes desfallecer.

La actitud que nosotros como padres tomamos ante la enfermedad tiene mucha influencia en como nuestros hijos la afrontan. Si los tratamos como enfermos serán enfermos, si los tratamos como niños normales serán normales, no se limitarán ante nada e incluso descubrirán habilidades y talentos que desconocían. Si ellos luchan, ¿Por qué nosotros no?

El cáncer es un mundo nuevo. Desconocido y algo aterrador al principio, pero habitable. Sorprendentemente para nosotros, en él también existe el amor, la paz y la tranquilidad; y por inaudito que parezca ¡También existe la felicidad! Para mí como mamá la clave estuvo en aceptar la enfermedad y no pensar en el futuro, actuar con oportunidad y pericia, viviendo un día a la vez, disfrutando el hoy y nada más. Francisco y yo reforzamos nuestros votos en medio de esta tempestad, pues siempre contamos con la fuerza del otro para levantarnos cuando uno cae. Él ha sido mi roca, aún en su dolor, siempre he tenido sus brazos como refugio, su hombro para recibir mis lágrimas y sus palabras ecuánimes y oportunas. El duro proceso nos hizo descubrir que necesitamos solo 3 pilares para mantenernos firmes: Fe, familia y fraternidad.

  1. Fe. Primero y antes que cualquier otra cosa, nos refugiamos por completo en Dios y lo pusimos todo en sus manos. Desde el inicio tuvimos las señales adecuadas para darnos cuenta a tiempo de que algo andaba mal en la pequeña Mary Jo y nos preparó el camino para llegar con un excelente Médico y gran ser humano, el Dr. Gaytán y todo su equipo.

  2. Familia. El apoyo que nos damos como familia, mi esposo, mis hijos y yo, son el segundo pilar que nos sostiene… El amor, la comunicación, los abrazos, las lágrimas compartidas, siempre serán un bálsamo para el alma, la más bella forma de amor.

  3. Fraternidad. El cáncer es una enfermedad en la que, tanto el paciente como su familia, requieren apoyo, ¡Y mucho! Sé que no es fácil pedir ayuda, a veces queremos resolver estas situaciones sin apoyo de nadie, por miedo, por temor, o porque no sabemos a quién recurrir o qué ayuda pedir. Nosotros somos bendecidos con una gran fraternidad que se construyó alrededor de Mary Jo; nuestras madres y padres (los abuelos) tías, primos, parientes cercanos y lejanos, amigos viejos y muchos nuevos, conocidos, y una gran lista de personas cuyo cariño y apoyo son invaluables y a los que agradecemos eternamente de corazón.

Fue así, acompañando a nuestra hija en esta nueva vida, con fe y voluntad, apoyados en nuestra familia y fraternidad como descubrimos el lado bello del cáncer. Porque ¡Sí! ¡Sí hay un lado bello! María José descubrió toda su fuerza y de paso nos inspiró a nosotros y a muchas personas más. Constantemente nos enseña que la vida es un regalo maravilloso en el que todo es posible. Por eso agradecemos y disfrutamos cada momento.


Gracias a este mounstro que llego sin pedir permiso, también conocimos otras formas de amor fraterno. Los fines de semana, muchas personas desconocidas y hermosas llegaban al hospital. Voluntarios de distintos lugares, con un único objetivo: ¡Ayudar y dar! ¡Así conocimos a Dr. Sonrisas! Jóvenes de nariz azul, súper alegres, ocurrentes, llenos de energía! Los nuevos amigos de Mary Jo llegaban para alegrarles el día a los pequeños, la sala común de Oncopediatría se llenaba de risas y carcajadas, se volvía una fiesta. Y en esos momentos ¡No parecía un hospital! ¡Mamás y papás también reíamos! La alegría de los niños se convertía en el centro de atención.

Jamás olvidaremos esos bellos momentos: ver a María José encantada jugando con plastilina, aros, hula hula, imaginando que viajaba por Canadá y París en un gran autobús, ha sido maravilloso y reconfortante. Sobre todo ese mundo mágico: el mundo de los sueños que Dr. Sonrisas descubrió para ella. ¡Y vaya qué sueños! Pero eso te lo compartiré en otro post.

El espíritu del trabajo voluntario en Dr. Sonrisas es un regalo divino porque ayuda a los pequeños a olvidar el dolor y la tristeza que pueden sentir; ayudándoles a construir experiencias positivas y recuerdos bellos y alegres en torno a la enfermedad.

Es así como este nuevo mundo llamado Cáncer nos ha recibido. Son tantas las experiencias, las emociones y los recuerdos, que no terminaría de escribir nunca. Pero en lo que hoy te he compartido encuentro la certeza que me permite disfrutar de la felicidad, pesar de la enfermedad de mi hija y agradecer por todas las bendiciones recibidas.

Creo que es una cuestión de elección. ¡Nuestros hijos merecen ser felices, y nosotros también! Ese mounstro que llegó sin pedir permiso no es un castigo, no es una maldición, es una enfermedad que implica dificultades y retos, pero que te ayudará a encontrarte y descubrir una nueva forma de vivir. Hoy te comparto que se puede ser feliz a pesar del cáncer. Abracemos esta oportunidad con el corazón y disfrutemos cada momento que la vida nos regala.

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